Podía notar su respiración forzada y sabía que el corazón le latía a él tan rápido como a mí. Y no se apartaba. Yo sabía que aquello estaba mal, sabía de todas las sensatas razones por las cuales debíamos mantener las distancias. Pero justo en ese momento me dio igual. No me daba la gana controlarme. No me daba la gana ser buena.
Ese es Adrian Ivashkov -pronunció el nombre igual que lo hacía todo el mundo.
-Sí, lo sé.
-Esta es la segunda vez que te veo con él.
-Sí -respondí con mucha fluidez-. Nos vemos a veces.
Dimitri levantó una ceja y justo a continuación hizo un gesto con la cabeza para señalar en la dirección de la que proveníamos.
-¿Lo ves mucho en su habitación?
En mi cabeza saltaron múltiples contestaciones, y una maravillosa cobró ventaja.
-Lo que pasa entre él y yo no es asunto tuyo -logré un tono muy parecido al que él había utilizado conmigo cuando realicé un comentario similar sobre él y Tasha.
-A decir verdad, mientras estés en la academia, lo que tú hagas sí es asunto mío.
-En mi vida privada no. Ahí no tienes ni voz ni voto.
-Rose Hathaway, ya tengo ganas de volver a verte. Si cansada y molesta eres así de encantadora, y estás así de bien aun herida y en ropa de esquí, en buenas condiciones tienes que ser devastadora.
-Si por <devastadora> entendemos que debes temer por tu vida, entonces sí, has dado en el clavo -abrí la puerta de golpe-. Buenas noches Adrian.
También es bastante atractivo. De acuerdo, más que atractivo,está buenísimo, yo diría que tan bueno como ese típico chico que hace que te pares a medio cruzar la calle y te atropelle un coche.
-¿Cuánto tardamos? -en silencio, recé porque fuese un viaje realmente largo, digamos que como de una semana. Y que nos hiciese pasar la noche en hoteles de lujo. Podíamos quedarnos atrapados en la nieve y que solo nuestro mutuo calor corporal fuera capaz de mantenernos vivos.
También es bastante atractivo. De acuerdo, más que atractivo,está buenísimo, yo diría que tan bueno como ese típico chico que hace que te pares a medio cruzar la calle y te atropelle un coche.
-¿Cuánto tardamos? -en silencio, recé porque fuese un viaje realmente largo, digamos que como de una semana. Y que nos hiciese pasar la noche en hoteles de lujo. Podíamos quedarnos atrapados en la nieve y que solo nuestro mutuo calor corporal fuera capaz de mantenernos vivos.
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