Bueno, ya están las cartas sobre la mesa. Quizá sea mejor así, no me gustan las amenazas ambiguas, prefiero saber qué está en juego.
-Pero los sinsajos no eran un arma -repuso Magde-. No son más que pájaros cantores, ¿no?
-Sí, supongo -le dije, aunque no es cierto. Un sinsonte no es más que un pájaro cantor. Un sinsajo es una criatura que el Capitolio no pretendía crear. No habían contado con que los muy controlados charlajos fuesen lo bastante listos para adaptarse a la libertad, pasar su código genético y prosperar de una nueva forma. No habían previsto su voluntad de vivir.
Las bayas. Me doy cuenta de que en aquel puñado de fruta venenosa se esconde la respuesta a quién soy. Si las saqué para salvar a Peeta porque sabía que me darían la espalda si volvía a casa sin él, la respuesta es que soy despreciable. Si las saqué porque lo amaba, sigo siendo egocéntrica, aunque tiene disculpa. Sin embargo, si las saqué para desafiar al Capitolio, significa que soy una persona que merece la pena. El problema es que no sé qué pensaba exactamente en aquellos momentos.
-Te juro que si lloras te mato ahora mismo.
-¿Te han mojado mucho? -me pregunta, sonriendo.
-Si me escurres, chorreo -contesto.
¡Holaa! El libro me gustó mucho, gracias por ponernos este fragmento :) ¡Me gusta tu blog!
ResponderEliminar¡Un besito!